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Creemos que hay un solo Dios que se ha manifestado al mundo en distintas formas a través de las edades y que especialmente se ha revelado como Padre en la creación del universo, como Hijo en la redención de la humanidad y como Espíritu Santo derramándose en los corazones de los creyentes.
"El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor
nuestro Dios, el Señor uno es" (Deuteronomio 6:4; Marcos 12:29).
"Para nosotros, sin embargo sólo hay un Dios..." (1 Corintios 8:5,6).
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Creemos que en Jesucristo se mezclaron en una forma perfecta e incomprensible
los atributos divinos y la naturaleza humana. Por parte de María,
en cuyo vientre tomó forma de hombre, era humano; por parte del
Espíritu Santo, que fue el que lo engendró en María,
era divino; por eso se le llama Hijo de Dios e Hijo de hombre. Por lo tanto,
creemos que Jesucristo es Dios "Y que en él habita toda la plenitud
de la Divinidad corporalmente" (Colosenses 2:9), y que la Biblia da a conocer
todos los atributos: es Padre Eterno, a la vez que es un niño que
nos ha nacido (lsaías 9:6 ]. Es creador de todo (Isaías 45:18;
Colosenses l: 16,17). Es omnipresente (Deuteronomio 4:39; Juan 3:13). Hace
maravillas como Dios Todopoderoso (Salmos 86:10; Lucas 5:24:26). Tiene
potestad sobre el mar (Salmos 107:29,30; Marcos 4:37-39). Es el mismo siempre
(Salmos 102:27; Hebreos 13:8).
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Creemos, además, que la demostración de que una persona ha sido bautizada con el Espíritu Santo, son las nuevas lenguas o idiomas en que el creyente puede hablar, y que esta señal es también para nuestro tiempo.
Creemos también, que el Espíritu Santo es potencia que permite testificar de Cristo (Hechos 1:8). y que sirve para la formación de un carácter cristiano más agradable a Dios (Gálatas 5:22-25). El mismo Espíritu da dones a los hombres, que sirven para la edificación de la Iglesia (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:1-12; Efesios 4:7-13), pero no aceptamos que haya en ningún hombre la facultad de impartir a otro algún don, pues "todas estas cosas obra uno y el mismo espíritu, re ardiendo a cada uno como quiere" (1 Corintios 12:11). "Ya cada uno es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo" (Efesios 4:7).
Todos los miembros de la Asamblea Apostólica de la Fe en Cristo
Jesús, deben buscar el Espíritu Santo y tratar de vivir constantemente
en el Espíritu, como lo recomienda la Palabra de Dios (Romanos 8:5-16:
Efesios 5:18; Colosenses 3:5).
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Se considera un pecado, que después de haber recibido el conocimiento de la verdad, haber sido perdonados de todos los pecados, y haber sido hechos nuevas criaturas en Cristo Jesús. participar en acciones y actos diferentes a aquellos recomendados por la divina Palabra de Dios (Hebreos 6:4-9; 10:26,27).
Creemos, además, que el Espíritu Santo usa al ministro en distintas formas, según las necesidades de la obra de Dios y la capacidad y disposición personal del ministro. Nadie puede ser colocado en una posición más elevada que aquella a que se haga merecedor (Romanos 12:3; 1 Timoteo 3:13).
Creemos que el obispado es el cargo más elevado en el ministerio,
y que a quienes lo ocupan se les debe dar muestras especiales, consideraciones
y respeto, sin menoscabo de los que ocupan posiciones de menor responsabilidad.
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Creemos, además, que los matrimonios deben verificarse exclusivamente
entre los miembros fieles. Ningún ministro deberá casar a
un miembro de la iglesia con una persona inconversa. Los miembros que estando
en plena comunión y se casaren con persona inconversa, deberán
ser juzgados por los Pastores.
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La sanidad del cuerpo se efectúa por una combinación de la fe del creyente y el poder del nombre de Jesucristo que se invoca sobre el enfermo. El Señor Jesucristo prometió que los que creyeran en su nombre pondrían las manos sobre los enfermos y estos sanarían (Marcos 16:18). Los enfermos deben ser ungidos con aceite en el nombre de Jesucristo por ministros ordenados para que el Señor cumpla sus promesas (Salmos 103:1-4; Lucas 9:1-3; Juan 14:13; 1 Corintios 12:9: Santiago 5:14-16).
Creemos que la sanidad divina se obtiene por la fe, y que en caso
de que algún hermano tenga necesidad de someterse a los cuidados
y ministraciones de la ciencia médica, los demás no deben
criticarlo, sino considerarse a sí mismos y guardarse de encontrar
condenación con lo que ellos mismos aprueban (Romanos 14:22). Recomendamos
que los miembros y ministros se abstengan de lanzar críticas indebidas
a la ciencia médica, cuyos adelantos nadie puede negar, y que se
originan en la habilidad que Dios ha dado a los hombres para ir descubriendo
los secretos del funcionamiento del organismo humano. Al mismo tiempo,
los exhortamos a que no se opongan a las campañas de higiene, vacunación
y limpieza que sean iniciadas por el gobierno, sino que, por el contrario,
colaboren decididamente en los lugares donde sea posible.
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Sin embargo, en la práctica de la santidad, creemos que debe
evitarse toda clase de extremismos, ascetismos y privaciones que tienen
cierta reputación de sabiduría, en culto voluntario y humildad
y en duro trato (te la carne, la cual es sombra de lo porvenir, más
el cuerpo es de Cristo (Colosenses 2:17,23). En lo que respecta a alimentos,
sabiendo que "todo lo que Dios creó es bueno y nada hay que desechar
tomándolo con acción de gracias" (1 Timoteo 4:4).
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Los cristianos que estén en pie en el momento en que el Señor recoja a su Iglesia serán igualmente transformados y así irán a estar con el Señor por siempre en gloria (1 Corintios 15:51,52; 1 Tesalonicenses 4:18).
Creemos también, que habrá resurrección de injustos,
pero estos despertarán del sueño de la tumba para ser juzgados
y oír la sentencia que los hará herederos del fuego eterno
(Daniel 12:2; Mateo 25:26; Marcos 9:44; Juan 5:29; Apocalipsis 20:12-15).
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